Table Of ContentM*Jftl3l£lKil?lL*lU]|::j
N JERON
TOMO V
ESTUDIOS í
Dirigido por:
E. BROWN, S S
EPH A. FITZMYER, S J
OLAND E. MURPHY, O. CARI
COMENTARIO BÍBLICO
«SAN JERÓNIMO»
Dirigido por
RAYMOND E. BROWN, SS
Union Theologicd Seminary, Nueva York
JOSEPH A. FITZMYER, SJ
Fordham University, Nueva York
ROLAND E. MURPHY, O. CARM
Duke University, Durham, N. C.
TOMO V
A
EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 44
MADRID
© Copyright universal de esta obra en
PRENTICE-HALL, INC. - ENGLEWOOD CLIFFS, N. J
publicada con el título
THE JEROME BIBLICAL COMMENTARY
CONTENIDO DE ESTE TOMO
Traductores de este volumen
ALFONSO DE LA FUENTE
JESÚS VALIENTE 66. Inspiración e inerrancia [Richard F. Smith, sj] 9
y
67. Canonicidad [James C. Turro y Raymond E. Brown, ss] ... 49
JUAN JOSÉ DEL MORAL
68. Apócrifos, Manuscritos del mar Muerto, Otros escritos ju
Supervisor de la edición española díos [Raymond E. Brown, ss] 99
ALFONSO DE LA FUENTE ADANEZ 69. Textos y versiones [Patrice W. Skehan; George W. Mac-
Rae, sj, y Raymond E. Brown, ss] 161
70. Crítica moderna del Antiguo Testamento [Alexa Suelzer, SP]. 241
71. Hermenéutica [Raymond E. Brown, ss] 279
72. Declaraciones de la Iglesia [Thomas Aquinas Collins, OP, y
Raymond E. Brown, ss] 325
73. Geografía bíblica [Robert North, sj, y Raymond E.
Brown, ss] 347
74. Arqueología bíblica [Robert North, sj] 397
Imprimatur:
75. Historia de Israel [Addison G. Wright, ss; Roland E. Mur-
RICARDO, Obispo Auxiliar
Madrid, 26 abril 1972 phy, o. CARM., y Joseph A. Fitzmyer, sj] 445
76. Instituciones religiosas de Israel [John J. Castelot, ss] ... 525
77. Aspectos del pensamiento veterotestamentario [John L.
McKenzie] 607
78. Aspectos del pensamiento neotestamentario [David M. Stan
ley, sj, y Raymond E. Brown, ss] 687
79. Teología de san Pablo [Joseph A. Fitzmyer, sj] 763
Derechos para todos los países de lengua española en .SO. Teología de san Juan [Bruce Vawter, CM] 833
EDICIONES CRISTIANDAD - MADRID, 1972 Bibliografía esencial 863
índice analítico 865
Depósito legal: M. 27.627.—1971 (V)
MAPAS Y PLANOS
l'iúximo Oriente Antiguo (guarda primera del libro)
I 'ulcstina en el Antiguo Testamento 353
Imisalén 387
Printed in Spain by I'ulcstina en el Nuevo Testamento 497
Templo de Salomón 555
ARTES GRÁFICAS BENZAT. - Virtudes, 7 - MAIIKID M mundo en el Nuevo Testamento (guarda segunda del libro)
66
INSPIRACIÓN E INERRANCIA
RICHARD F. SMITH, SJ
BIBLIOGRAFÍA
•J M. Adinolfi, Ispirazione e inerranza (Roma, 1962); L. Alonso Schokel, La
palabra inspirada (Barcelona, 1966); A. Barucq y H. Cazelles, Los libros inspirados:
R-F 1, 35-90; P. Benoit, Aspects of Biblical Inspiration (Chicago, 1965); Inspiration:
R-T 9-59; P. Benoit y R. E. Murphy (eds.), La realidad humana de la Sagrada Escritu
ra: «Concilium» 10 (1965); J. Beumer, Die katholische Inspirationslehre zwischen
Vatikanum I und II (Stuttgart, 1966); C. Charlier, La lectura cristiana de la Biblia
(Barcelona, 1956); G. Courtade, Inspiration et inerrance: VDBS 4, 482-559; A. Des
roches, Jugement pratique et jugement spéculatif chez l'écrivain inspiré (Ottawa,
1958); M. de Tuya y J. Salguero, Inspiración bíblica. Canon. Texto. Versiones (Ma
drid, 1967); J. T. Forestell, Bible, II (Inspiration), en New Cath. Ency., 2, 381-86;
P. Grelot, L'inspiration scripturaire: RSR 51 (1953), 337-82; W. Harrington, Record
of Revelation: The Bible (Chicago, 1965), 20-53; J. Levie, La Biblia, palabra humana
y mensaje de Dios (Bilbao, 1961); N. Lohfink, Über die Irrtumslosigkeit und die Ein-
heit der Schrift: SZ 174 (1964), 161-81; O. Loretz, Die Warheit der Bibel (Friburgo,
1964); H. Lusseau, Essai sur la nature de l'inspiration scripturaire (París, 1930);
D. McCarthy, Personality, Society, and Inspiration: TS 24 (1963), 553-76; E. Mange-
not, Inspiration de l'Écriture: DTC 7, parte 2, 2068-266; R. Pache, L'inspiration et
l'autorité de la Bible (Saint-Legier-sur-Vevey, 1967); K. Rahner, inspiración de la
Sagrada Escritura (Barcelona, 1970); J. Schíldenberger, Vom Geheimnis des Goltes-
wortes (Heidelberg, 1950), 15-86; D. Stanley, The Concept of Biblical Inspiration:
ProcCTSA 13 (1958), 65-95; P. Synave y P. Benoit, Prophecy and Inspiration (Nue
va York, 1961), esp. 84-145.
2 CONTENIDO
Terminología (§ 3-7)
Origen divino-humano de los libros inspirados (§ 8-28)
I. El origen divino de la Escritura
A) Concepción judía (§ 8-10)
B) Datos del Nuevo Testamento (§ 11-15)
C) Testimonios posteriores (§ 16)
D) Dios como autor (§ 17-18)
10 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 66:2-3 66:4-6 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 11
II. Origen humano de la Escritura a la Iglesia» (EB 77). Desde el punto de vista católico, la inspiración
A) La misma Biblia (§ 20-21) divina de la Escritura es un misterio sobrenatural en sentido estricto.
B) Concepción judía (§ 22) Se trata, por consiguiente, de una realidad que nunca podrá ser plena
C) Concepción cristiana (§ 23-27)
mente comprendida y que permanecerá siempre oscura e impenetrable
III. Relaciones entre lo divino y lo humano (§ 28) para la mente humana.
4 En la teología católica, los términos «inspirado» e «inspiración»
Naturaleza de la inspiración (§ 29-59) se aplican a todos y cada uno de los impulsos con que la gracia divina
I. Historia de las opiniones actúa sobre la psique humana, genéricamente o, como en nuestro caso,
específicamente referidos, a las mociones divinas, que son el origen de
A) Dictado (§30)
los libros de la Biblia. Estos términos se empezaron a utilizar para de
B) Aprobación subsiguiente; asistencia negativa (§ 31-33)
signar dichas mociones, genéricas y específicas, de la gracia; relativa
C) Inspiración formal, no material (§ 34-35)
mente pronto se amplió su campo de aplicación hasta abarcar las dife
II. La inspiración en Dios (§ 36-41) rentes acepciones, religiosas y no religiosas, que hoy tienen. Entraron
en el lenguaje corriente como transcripción de los correspondientes tér
III. La inspiración en el factor humano
minos latinos.
A) Presupuestos generales (§ 43-45)
5 El término latino básico es el verbo inspirare, que significa lite
B) Teorías modernas entre los católicos (§ 46)
a) Franzelin (§ 47) ralmente «alentar en o sobre». Todavía no se ha hecho una investiga
b) Levesque (§ 48) ción adecuada de este término y los relacionados con él. En los escritos
c) Lagrange (§ 49) agustinianos y anteriores no aparece sino en poesía; inspirare es funda
d) Benoit (§ 50)
mentalmente un término posagustiniano, que se usa tanto en su acepción
C) Valoración (§ 51-55)
D) La conciencia del autor humano (§ 56-57) literal como en sentido traslaticio, concretamente con el significado de
E) La voluntad y las restantes facultades (§ 58-59) suscitar una situación o actitud en la mente humana, como en la expre
sión «sus palabras inspiraban angustia». En Tertuliano aparece ya el
Ámbito de la inspiración (§ 60-70)
término inspirare y los relacionados con él en una aplicación traslaticia
I. Autores (§ 60-62) cristiana (De pat., 1), si bien sólo en el sentido genérico de mociones
divinas y no en el específico de impulsos que llevan a escribir los libros
II. Contenido (§ 63-65)
sagrados. El primitivo vocabulario cristiano conocía los términos afflatus,
III. Palabras (§ 66-67)
inflatus e instinctus, equivalentes clásicos de nuestra «inspiración». Gra
IV. Traducciones (§ 68-70) dualmente, sin embargo, los términos de la serie inspirare se fueron re
servando cada vez más al influjo mediante el cual Dios se constituye en
Efectos de la inspiración (§ 71-86)
origen de los escritos sagrados.
I. Revelación, unidad, integridad y sacramentalidad (§ 71-74) 6 El griego cuenta con un vocabulario más amplio para cubrir la
II. Inerrancia zona de significaciones que estamos estudiando. El latín y las lenguas
actuales utilizan los mismos términos para referirse a los libros y a sus
A) El problema (§ 75-76)
B) Actitud tradicional (§ 77-78) autores humanos; hablamos de libros inspirados (libri inspirad), así
C) Consideraciones importantes para una solución (§ 79-86) como de autores inspirados (scriptores inspirati); también «inspiración»
puede usarse con ambos sentidos. El griego, sin embargo, posee un con
junto de términos para designar la inspiración considerada desde el pun
TERMINOLOGÍA to de vista de los documentos resultantes y otro para la inspiración mi
rada desde el lado de los autores humanos implicados en el proceso. Para
3 La expresión «inspiración divina de la Escritura» alude a la es referirse a un libro inspirado se usa el adjetivo theopneustos (= alentado
pecial influencia de Dios sobre los autores humanos de la Biblia, una por Dios), que ya aparece en 2 Tim 3,16. El sustantivo que le corres
influencia de tal naturaleza que sirve de base a la afirmación de que Dios ponde es theopneustia, pero no se utilizó hasta muy tarde y sólo rara
es el autor de los libros bíblicos. El Concilio Vaticano I lo expresaba mente (por ejemplo, Juan VIII de Jerusalén, Vita... Damasceni, 34
así: «La Iglesia los considera [los diferentes libros de la Escritura] sa I PG 94, 481A]; aquí usado desde el punto de vista del autor inspirado).
grados y canónicos... porque, habiendo sido escritos bajo el influjo del Por otra parte, cuando «inspirado» se refiere a los autores humanos de
Espíritu Santo, tienen a Dios por autor y como tales han sido confiados l¡i Escritura, es traducido por términos como theophoretos (=guiado
12 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 66:7-8
66:9-10 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 13
por Dios; cf. 2 Pe 1,21) y pneumatophoros (=guiado por el Espíritu).
9 Sin embargo, más tarde apareció entre los judíos la idea de que
El sustantivo correspondiente es epipnoia (= aliento sobre o en) con un
en el origen de la Escritura se encuentra la acción inspiradora de Dios.
término o expresión añadidos que identifican a Dios como fuente del
Esta doctrina, aunque extrabíblica, queda reflejada en la Escritura, de
aliento.
modo que en las secciones tardías del AT se alude a los «libros sagra
7 Por lo que se refiere al hebreo, la cuestión de la terminología es
dos» de los judíos (por ejemplo, 1 Mac 12,9). La actitud positiva hacia
sencilla: no hay un conjunto de términos para cubrir la idea de la inspi
esta doctrina arranca de la aceptación del «libro de la alianza» por Josías
ración divina de la Escritura. Pero los términos griegos theopneustos
(2 Re 23,1-2) y se convirtió en un impulso irreversible a partir del tiem
y epipnoia nos dan a entender que en el trasfondo tenemos la idea vete-
po en que Esdras, tal como se narra en Neh 8, leyó al pueblo el «libro
rotestamentaria del aliento-espíritu de Yahvé (Epipnoia y Theopneustos,
de la ley de Moisés» como algo que «el Señor había mandado a Israel».
en G. W. H. Lampe, A Patristic Greek Lexicón [Oxford, 1961ss];
El subsiguiente desarrollo doctrinal que se produjo entre los judíos no
Theopneustos: ThWNT 6, 452-53).
hizo otra cosa que actualizar las posibilidades latentes en aquellos dos
acontecimientos.
El pueblo de Israel llegó a ser conocido como el pueblo del Libro,
ORIGEN DIVINO-HUMANO
en virtud del respeto que siempre mostró hacia su ley escrita; por ello
DE LOS LIBROS INSPIRADOS
era lógico que la doctrina de la inspiración empezara a plasmarse en
torno a su idea sobre el origen de la Torah. Según esta doctrina, que
8 I. El origen divino de la Escritura.
paulatinamente fue adquiriendo una formulación más desarrollada, la
A) Concepción judía. La idea de que la Escritura está inspirada
Torah había sido creada por Dios antes de que el mundo existiera, y
por Dios no es uno de los temas primordiales de la religión israelita, y
fue revelada a Moisés mediante una instrucción mental-oral, o por la en
ello es comprensible, pues esta religión tuvo su origen entre unas gentes
trega del texto escrito del Pentateuco, o a través de un dictado literal.
que al principio no conocieron la escritura y que durante mucho tiempo
Esta causalidad divina se extendía, incluso en el sentido más material, a
vivieron en unas condiciones nada favorables al desarrollo de la literatu
cada una de las partes del Pentateuco (si bien se hacían unas pocas ex
ra. A pesar de ello, y con el correr del tiempo, la religión de Israel lle
cepciones, como las maldiciones de Dt 28), de forma que se atribuía a
garía a centrarse en la colección de libros que los cristianos llaman AT
todo el Pentateuco un origen totalmente divino. Siguiendo esta misma
(—> Canonicidad, 67:22, 48). A pesar del puesto central que el AT ad
línea, también se desarrolló la doctrina sobre el origen divino de los
quirió en el judaismo, en sus páginas no aparece nada que pueda cons
Profetas y los Escritos. Pero en este caso la causalidad divina ya no se
tituir una doctrina de la inspiración bíblica. Es verdad que el AT alude
entendía de modo tan radical. Profetas y Escritos habían sido redactados
enfáticamente a la acción de Dios en la mente de los profetas, pero este
bajo la influencia del espíritu de Yahvé, pero no se creía que esta causa
influjo se expresa en términos de una proclamación oral mediante la cual
lidad se extendiera a cada yod o tilde, como era el caso de la Torah. Sin
Dios les comunica un mensaje. También es cierto que el AT consigna a
embargo, se llegó a aceptar plenamente el origen divino de los Profetas
veces el dato de que Dios manda a un profeta que ponga algo por escrito
y los Escritos; estos libros «manchaban las manos» tan ciertamente
(Ex 17,14; Is 30,8; Jr 30,2; 36,2; Hab 2,2) y que Isaías se refirió a
como los libros de la Torah.
sus profecías escritas dándoles el título de «libro del Señor» (34,16).
Pero ninguna de estas expresiones parece indicar sino que el profeta
J. Bonsitven, Le ¡udáisme palestinien au temps de Jésus-Christ (París, 21934), 1,
siente el acuciante deber de escribir. No hay indicación alguna de influjo
257-63; Inspiration: JE 6, 607-608; G. Moore, Judaism in the First Centuries of
divino sobre el escritor profético en el sentido de que Dios fuera consi the Christian Era (Cambridge, Mass., 1927), 1, 235-50; E. Schürer, A Hislory of
derado autor de tales escritos. Más aún: la acción divina sobre los hom the Jewish People in the Time of Jesús Christ (Nueva York, 1891), vol. 2, parte 1,
bres, que, al menos en casos muy señalados, se describe mediante expre 306-12; Str-B 4, 435-51.
siones como «el Espíritu del Señor vino sobre...», queda limitada al
campo de la acción y la expresión oral; en el AT no abarca la escritura 10 Incluso los judíos que aceptaron las ideas helenísticas mantuvie
o el pensamiento (P. Benoit, Aspects, 80-83). Se puede afirmar, por ron la doctrina del origen divino de los libros sagrados; así, por ejemplo,
consiguiente, que la doctrina de la inspiración de la Escritura, tal como Filón, que explicaba la preexistencia de la Torah en términos platónicos.
la entiende la Iglesia en nuestros días, no queda reflejada en los escritos También fue Filón el primero que adoptó el término griego «inspirar»
del AT. Ciertamente no se la niega, pero tampoco se dice nada en sen (epipnein; katapnein) para expresar el origen divino de la Escritura.
tido afirmativo. Josefo introdujo a este propósito el término griego de inspiración (epip
noia). Sus breves palabras acerca de los libros sagrados pueden servirnos
G. Courtade, art. cit., 482-86; H. Hopfl y B. Gut, Introductio generalis in Sa- para resumir la idea que los judíos habían desarrollado sobre su origen:
cram Scripturam (Ñapóles, 51950), 33-34. «... si bien ha pasado ya mucho tiempo, nadie se ha atrevido a añadir,
14 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 66:11-12 66:13-14 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 15
quitar o cambiar una sílaba; en cada judío hay una especie de instinto, ii los pasajes del AT como «oráculos de Dios» (Rom 3,2; Heb 5,12;
desde el día de su nacimiento, que le lleva a mirarlos como decretos de 1 Pe 4,11).
Dios, a mantenerse en ellos y, si fuera necesario, a morir gozosamente 13 Junto a estas formas de referir más o menos explícitamente el
por ellos» (CAp 1.8, § 42). origen de la Escritura a Dios hemos de estudiar ahora dos textos del NT
que se han hecho clásicos como descripciones de la intervención de Dios
C. Pesch, De inspíratione Sacrae Scripturae (Friburgo, 1906), 16-27; H. Wolfson, en la formación de los escritos veterotestamentarios, concretamente
Philo (Cambridge, Mass., 1, 1947), 184-88.
2 Tira 3,15-16 y 2 Pe 1,21.
En 2 Tim 3,14, Pablo pide a Timoteo que se mantenga firme en la
11 B) Datos del Nuevo Testamento. En las páginas del NT aparece doctrina que ha recibido y tenga confianza a causa de la persona que se
repetidas veces, implícita o explícitamente, la convicción de que los li la enseñó (v. 14b) y de la formación escriturística que había recibido
bros sagrados judíos tienen un origen divino. Jesús se presenta emplean desde su niñez (v. 15). Luego, prosigue el v. 16: «Toda Escritura está
do el término usual entre los judíos para designar la totalidad de los inspirada por Dios y es útil para la enseñanza...». Como ya se dijo,
libros sagrados: Escritura (graphé), el documento por excelencia. Se le «líscritura» traduce el término griego graphé; es claro que aquí se refie
muestra convencido de que esta Escritura es algo definitivo, imposible re al AT, pues alude a los libros que Timoteo conoce desde su infancia
de anular (Jn 10,35). Cuando afirma algo que tiene valor de autoridad en el judaismo; las palabras griegas traducidas por «toda Escritura»
indiscutible lo hace con la expresión introductoria «está escrito», típica pueden traducirse también en sentido colectivo {«toda la Escritura»);
forma judía de referirse a los libros del AT. Así, por ejemplo, opone el pero, dado que el texto griego no lleva artículo, es preferible el sentido
«está escrito» a las sugerencias diabólicas del Tentador (Mt 4,4.7.10); distributivo («toda»). El adjetivo «inspirada por Dios» puede tomarse
anuncia que ciertos acontecimientos han de ocurrir porque «así está es como atributo («toda Escritura, al estar inspirada por Dios, es útil...»)
crito» (por ejemplo, Mt 26,-31). La fuente de esta autoridad soberana
0 como predicado, según la traducción anterior. Pero como el adjetivo
que poseen los libros sagrados es también identificada por Jesús: las
«útil» ha de tomarse como predicado, parece más lógico entender el
palabras de la Escritura no pueden fallar porque son de Dios. Así se
primero en este mismo sentido, sobre todo teniendo en cuenta que en
pone de manifiesto en pasajes como Mt 19,4-5, donde Jesús responde
1 Tim 4,4 aparece fundamentalmente esta misma construcción, y allí
a la importante pregunta sobre el divorcio diciendo: «El que los creó...
parece obligada la interpretación predicativa.
dijo: Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su
El término griego que traducimos por «inspirada por Dios» es theo
mujer...». Jesús cita aquí las palabras mismas de Dios según Gn 2,24,
pneustos, un adjetivo verbal. Teóricamente, los adjetivos verbales termi
palabras que en su propio contexto de Gn, sin embargo, aparecen como
nados en -tos pueden tener sentido activo (en este caso, «inspiradora de
una afirmación del autor humano, no de Dios.
Dios», es decir, que suscita pensamientos acerca de Dios) o pasivo (ins
12 Esta misma es la actitud que aparece en otros muchos pasajes pirada por Dios, divinamente inspirada). Pero no cabe duda de que en
del NT con respecto a los libros sagrados judíos. A ellos se alude normal 2 Tim 3,16 theopneustos ha de entenderse en sentido pasivo. La razón
mente con el término «Escritura» (graphé). Este término aparece cin es que los adjetivos verbales terminados en -tos, cuando acompañan a
cuenta y una veces en el NT, y siempre (con excepción de 2 Pe 3,16) se otro término que significa Dios, normalmente son pasivos. De hecho,
refiere a una o varias partes del AT. Además, los autores del NT expre las pocas veces que theopneustos aparece en escritos precristianos tiene
san su convicción de que en las palabras de la Escritura el Espíritu siempre sentido pasivo. Este sentido pasivo refleja la convicción judía
Santo habló a través de unos seres humanos (Act 1,16). Tan fuerte es de que la Escritura tiene un origen divino, y los primeros intérpretes
la identificación de Dios con la Escritura en el pensamiento de los auto cuya lengua materna era el griego entendieron este término en sentido
res del NT que vemos ambos términos usados indistintamente. Así, en pasivo. Así, pues, la Escritura ha sido «alentada» por Dios; dicho con
Rom 9,17, «la Escritura dice al faraón» unas palabras que, según Ex 9, oirás palabras: es el aliento de Dios mismo. La expresión, por tanto,
16, eran palabras de Yahvé, que debían comunicarse al faraón a través alude claramente al origen divino de la Escritura, situándolo más allá de
de Moisés; en Gal 3,8 se dice que «la Escritura... anunció a Abrahán» I oda causalidad humana que pueda estar en el origen de la Escritura y
unas palabras que, en Gn 12,3, corresponden al Señor. Hay también expresa un viejo tema del AT, concretamente el del aliento o espíritu
expresiones de los libros sagrados judíos que se citan como palabras de tic Yahvé como expresión de una poderosa acción divina.
Dios (Heb 3,7, citando Sal 95,7; Act 4,25-26, citando Sal 2,1; Act 13, 14 Si 2 Tim 3,16, al atribuir a Dios el origen de la Escritura, va
34-35, citando Is 55,3 y Sal 16,10). Todo esto tiene una notable confir más allá de cualquier factor humano que pueda estar implicado en este
mación en Heb 1,5-13 y Rom 15,9-12, donde se atribuyen a Dios pala proceso, no podemos decir lo mismo del otro pasaje, 2 Pe 1,21. En el
bras del AT, independientemente de que en el texto original estén o no v. 16 se asegura a los lectores de 2 Pe que la doctrina referente a la ve
puestas en labios de Dios. Los autores del NT se referían normalmente nida del Señor no es un mito, porque la majestad del Señor ya se hizo
66:16-17 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 17
16 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 66:14-15
16 C) Testimonios posteriores. Una vez completado el NT (si bien
visible por un instante en la transfiguración, acontecimiento que confiere
es verdad que durante algún tiempo hubo cierta incertidumbre sobre el
enorme fuerza y credibilidad a la profecía de la Escritura. En este punto
canon o lista de sus libros; —> Canonicidad, 67), la conciencia del origen
del discurso, el autor de la epístola inserta una advertencia: ninguna
divino de la Escritura aparece como elemento constante de toda la tradi
profecía de la Escritura ha de entenderse en virtud del simple poder
ción cristiana. Esta conciencia se manifiesta ya en los primeros autores
humano y fuera de la comunidad de salvación, porque «jamás ha surgido
eclesiásticos que tratan de establecer una terminología capaz de expresar
una profecía por voluntad de hombre, sino que los hombres han hablado
adecuadamente la función de Dios en la formación de los libros sagrados.
de parte de Dios, llevados [y/o impulsados] por el Espíritu Santo»
Es frecuente referirse a las palabras de la Escritura como palabras de
(v. 21). La expresión «profecía de la Escritura» resulta ambigua; puede
referirse a todo el AT o sólo a aquella parte del mismo que los judíos Dios o del Espíritu Santo (por ejemplo, Tertuliano, ApoL, 31; Gregorio
designaban con el título de «Profetas» (—> Canonicidad, 67:27). En cual de Nisa, Contra Eunom., 7). En consecuencia, la acción de Dios en la
quier caso, se alude a todo o a parte del AT. Los libros comprendidos elaboración de los libros inspirados se presenta como si Dios pronunciara
en la profecía de la Escritura son referidos directamente a una actuación o dijera las palabras de la Escritura (por ejemplo, Ireneo, Adv. haer.,
de Dios. Con todo, se reconoce también la intervención de un factor 2.28, 2-3; Eusebio, HE 5.28). La locución de Dios aparece más directa
humano: son hombres los que, impulsados por el Espíritu Santo, pro mente relacionada con la formación de la Escritura cuando se dice que
nuncian la profecía. El término griego que se traduce por «impulsados» Dios dictó los libros sagrados, idea que procede de la tradición judía a
es pheromenoi, término enérgico que significa literalmente «ser arras través de Filón (Juan Crisóstomo, In illud, salutate Priscillam et Aqui-
trado». Puede darnos una idea de su fuerza y su colorido el hecho de lam, 1.1; Agustín, De consensu evangelistarum, 1.35, 54). La interven
que se emplee en contextos relacionados con la navegación, para expresar ción de Dios en la producción de los escritos inspirados se subraya aún
que un barco es arrastrado por el viento (cf. Act 27,16-17). Para el con mayor energía cuando se le aplican expresiones que envuelven direc
autor de 2 Pe, por consiguiente, la profecía de la Escritura tiene su ori tamente la idea de escribir. Así, en ocasiones se alude a los libros de la
gen primario en Dios; el factor humano, cuya intervención se reconoce, Escritura como escritos por Dios o por el Espíritu Santo (Tertuliano,
depende totalmente del poder divino. De Anima, 2; Orígenes, Hotn. in Num., 27.1). También se describe la
intervención de Dios en el proceso literario como una co-escritura (Orí
15 Hasta el momento, todas nuestras referencias al origen divino de
genes, De prin., 1.48; Basilio, In Ps., 1.1; Jerónimo, In Mich. Proph.,
los libros sagrados quedan limitadas al ámbito del AT. Hay también, sin
2.7), o simplemente como escritura (Juan Crisóstomo, In Gen. hom.,
embargo, algunas alusiones en el NT al hecho de que este mismo origen
21 A; Jerónimo, In Is., 29.9).
ha de atribuirse a los libros específicamente cristianos. Uno de éstos, Ap,
se refiere explícitamente a su propio origen divino (1,1-3; 22,7.10.
J. N. D. Kelly, Early Christian Doctrines (Londres, ^1965), 60-64; G. Perrella,
18-19). En 2 Pe 3,16, el autor equipara las epístolas de Pablo, que le
La nozione dell'ispirazione scritturale secondo i primitivi dacumenti cñstiani: Ang
son conocidas, a «las otras Escrituras», es decir, a los libros sagrados 20 (1943), 32-52.
judíos. Finalmente, en 1 Tim 5,18 aparece la siguiente observación:
«Pues dice la Escritura: 'al buey que trilla, no le pondrás bozal', y: 'el 17 D) Dios como autor. Algo habremos de decir acerca del origen
trabajador merece su paga'». La primera frase es una cita de Dt 25,4, de la expresión «Dios, autor de la Escritura», dado su uso frecuente y
mientras que la segunda coincide prácticamente con Le 10,7. Esto po la importancia que ha adquirido. Al parecer, arranca de Clemente de
dría indicar que el autor de 1 Tim considera a Le (o a un proto-Lc) Alejandría, que llama a Dios (Stromateis, 1.5) causa (aitios) inmediata
como Escritura en el mismo sentido que los libros del AT. Por otra y primaria del AT y el NT. La idea de Clemente, sin embargo, considera
parte, también podría ser que, después de citar Dt con la fórmula intro ambos testamentos como dos economías de salvación más que como dos
ductoria «dice la Escritura», el autor de 1 Tim añadiera, sin intención colecciones de libros. Ambrosio (Ep., 8.10) traduce expresamente el
de incluirlo en su cita como tal Escritura, un conocido proverbio que aitios de Clemente por el término latino auctor, aplicándolo a Dios.
venía a decir lo mismo que aquélla. Ello es tanto más probable si se Pero se refiere a Dios como autor o causa de todas las cosas creadas
tiene en cuenta que en Le 10,7 Jesús parece aludir a un proverbio bien más que como autor o causa de la Escritura, y ello a pesar de que Am
conocido por sus oyentes. brosio hace sus observaciones en el curso de una investigación sobre el
sentido de Mt 7,7. Jerónimo (Ep., 123.5) habla de «único autor» de las
K. Barth, Church Dogmatics (Edimburgo, 1956), vol. 1, parte 2, 503-506; Inspi numerosas epístolas de san Pablo. Por el contexto se diría que «autor»
ración: DiccBib (Barcelona, 1963), 903-908; J. N. D. Kelly, A Commentary on the
se toma aquí precisamente en el sentido de autor literario, pero no está
Pastoral Epistles (Nueva York, 1963), 125-26, 201-204; C. Spicq, Les Építres pasto
rales (París, 1947), 176-77, 375-79; B. Warfield, The Inspiration and Authority of claro si el autor de que se habla es Dios o san Pablo. Los Statuta Eccle-
the Bible (Filadelfia, 1964), 131-66. siae antiqua (EB 30), obra compuesta a finales del siglo v, se refieren a
Dios como autor del NT y del AT. Pero como el contexto histórico de
66:19-21 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 19
INSPIRACIÓN E INERRANCIA 66:17-18
Kscritura» viene a decir lo mismo que el NT al referirse a la Escritura
esta designación es la doctrina maniquea de las dos economías del NT
romo inspirada por Dios.
y del AT como procedentes de dos «dioses» distintos, la alusión de los
19 II. Origen humano de la Escritura. Si bien Dios es autor de la
Statuta no se refiere a Dios como autor de los libros de ambos Testa
Sagrada Escritura, también es cierto que los seres humanos hicieron una
mentos, sino como causa única de las economías respectivas.
autentica aportación propia en la formación de los libros sagrados, punto
La primera referencia clara a Dios como autor literario de la Escri
que ya Pío XII dejó claramente establecido en la Divino afflante Spiritu
tura se debe a Gregorio Magno (Moral., prefacio, 1), donde se dice que
(líB 556), al señalar que los autores humanos emplearon sus capacidades
Dios es el autor de la Sagrada Escritura, mientras que al elemento hu
propias en la composición de la Escritura. Ha de admitirse, sin embargo,
mano que interviene en la producción de los libros sagrados se le da el
iiuc la atención a los autores humanos de la Escritura es un hecho mo
nombre de escritor (scriptor). La misma distinción hace Isidoro de
derno; la antigua reflexión teológica se limitaba prácticamente al dato
Sevilla (De eccl. off., 1.13). Esta distinción pasó a formar parte de la
piiinario y más importante del origen divino de la Escritura.
terminología teológica recibida al ser utilizada por Rábano Mauro en su
tratado para la formación de los clérigos (De cler. inst., 2.54). (Cf. A. Bea, Nunca se puso en duda que en el origen de la Escritura hay también
Ang 20 [1943], 16-31, artículo valioso más por la colección de textos un factor humano, como se ve por el deseo de atribuir, siempre que es
que incluye acerca de Dios como autor que por la interpretación que posible, cada uno de los libros sagrados a un determinado personaje. Lo
de ellos se da). En los escritos teológicos posteriores se universaliza la que es preciso averiguar, sin embargo, es el papel que corresponde a este
expresión «Dios, autor de la Escritura». Así, Tomás de Aquino dice que luctor humano. ¿Se considera este agente humano como un simple canal
Dios es autor, o autor principal de la Escritura (De pot., q. 4, a. 1, c; o l runsmisor, o se le tiene por elemento activo que hace una aportación
Quodl., 7, q. 6, a. 14 ad 5; q. 6, a. 16, c; In Ps., 44.1; Exp. alt. in personal a los libros inspirados?
Cant., proem.; In Is., proem.); ya a finales de la Edad Media, Enrique 20 A) La misma Biblia. Al no dar ninguna teoría sobre la inspira
de Gante subraya en un famoso pasaje que sólo Dios puede ser llamado ción, la Biblia, en general, guarda silencio acerca de la función del factor
autor de los libros de la Escritura en el pleno sentido del término (Sum- humano. Es cierto que el AT habla de que Dios ordenó más de una vez
ma, a. 9, q. 2, resp.). Después de la Edad Media, la frase «Dios, autor u algún individuo que escribiera un documento, con lo que se diría a
de la Escritura» ha pasado a ser la forma habitual de expresar el origen primera vista que el profeta queda convertido en mero transmisor del
divino de los libros que integran el AT y el NT. mensaje divino y no un agente creador. Ello, sin embargo, no es proba
blemente más que un recurso para subrayar la absoluta primacía de Dios
18 Si bien es cierto que esa expresión ha entrado a formar parte del
en In comunicación de su mensaje a los hombres; no sería correcto dedu-
vocabulario teológico comúnmente aceptado, no puede decirse lo mismo
< ir de tules pasajes la teoría de que los hombres que obedecían el man
en cuanto a su empleo en los documentos de la Iglesia. León IX, Ino
dato divino de escribir desempeñaban un papel absolutamente pasivo.
cencio III y el II Concilio de Lyon (EB 38-40) hablan de Dios como
Con totlo, la idea de la pasividad del autor humano no dejará de apare
autor del NT y del AT, pero siempre en el sentido de que es origen de
cer en las teorías cristianas posteriores en que se intenta dar cuenta de
las dos economías de salvación, como se desprende claramente del texto
como fueron escritos los libros sagrados.
griego del Concilio de Lyon, donde la palabra clave es archégon (el que
origina). El Concilio de Florencia (EB 47) y el de Trento (EB 57) yux 21 Aunque la Biblia no afirma directa y conscientemente que los
taponen una alusión a Dios como autor del AT y del NT en relación Minores humanos pusieran en juego su iniciativa personal, no deja de
con los libros de ambos; sin embargo, los respectivos textos parecen ilitriioN algunos indicios indirectos que sirven de apoyo valioso para tal
utilizar el término «autor» en conexión con la obra de Dios como ins- ni inunción. Los autores humanos de Is, por ejemplo, se presentan cier-
taurador de las dos economías, sin hacer ninguna afirmación explícita Inmrnte como personalidades literarias muy distintas de los que escribie-
en el sentido de que sea autor literario de los libros bíblicos. Hasta el lon |r; a través de toda la Biblia puede observarse esta clara diferencia
Vaticano I no se encuentra ninguna declaración expresa sobre Dios como de personalidades. Lo cual no apoya una teoría que presente a los auto-
autor de los libros que integran el NT y el AT (EB 77; cf., sin embargo, ir* bíblicos como meros canales o transmisores, pues tal teoría implica-
las reservas de N. Weyns, Ang 30 [1953], 315-36, acerca del sentido llti iiim absoluta uniformidad en la comunicación del mensaje bíblico.
en que han de tomarse las palabras del Vaticano I). Después del Vati I .a efectiva originalidad de los autores humanos es sugerida también
cano I se emplea repetidas veces en los documentos eclesiásticos la ex cu IIIN pocas escenas de la Biblia en que los autores humanos aparecen
presión «Dios, autor de los libros de la Escritura»: León XIII, Provi- liuliiijiiiklo en sus documentos. Así, en el prólogo de Eclo, el autor alude
dentissimus (EB 124-25); Benedicto XV, Spiritus Paraclitus (EB 448);
ni inilmjo que le costó la composición de su libro y pide perdón por las
Pío XII, Divino afilante Spiritu (EB 538), y Vaticano II (De Rev., 3,
linpeí lecciones que puedan advertirse en el mismo. También el autor de
11). En nuestros días, por consiguiente, la expresión «Dios, autor de la
2 Miic (2,24-33) nos explica que su obra le ha costado muchos sudores
y IIOIHN de sueño; concluye su historia expresando lo que cualquier autor
20 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 66:22-24
66:24-26 INSPIRACIÓN E INERRANCIA 21
humano puede sentir al término de sus trabajos literarios: «Si está bien
narrado y todo en su punto, eso es lo que yo mismo he deseado; si la
humanos. Así, Cirilo de Alejandría (In Joh., 1.10; 1.18) subraya repe
obra resulta pobre y mediocre, eso es todo lo que pude hacer» (15,38).
lidas veces el cuidado que puso san Juan en transmitir su mensaje, así
En cuanto al NT, Lucas (1,1-4) habla de las investigaciones personales
como sus esfuerzos ininterrumpidos por adaptar sus escritos a los obje
que ha realizado para componer su evangelio. Pablo (1 Cor 1,14-16) nos
tivos que se había propuesto al componer el evangelio. También Agustín
deja una estampa inolvidable y humanísima de su labor como autor de (Scrm., 246.1) observa que los evangelistas se sirvieron de sus recuerdos
cartas, cuando interrumpe el curso de sus ideas para insertar un recuer personales sobre los acontecimientos que consignaban por escrito. Pero
do casual, exactamente como podría hacerlo cualquier otro autor de una los autores de la época patrística, en general, prestan escasa atención al
carta. papel exacto que corresponde a los autores humanos en la producción
22 B) Concepción judía. La tradición rabínica, con su doctrina de de los libros sagrados, excepto que niegan la supresión de la conciencia
la preexistencia de la Escritura, que luego sería entregada a los hombres y el conocimiento en los autores como secuela de la inspiración
a través de unos profetas elegidos para ello, tendía evidentemente a (J. N. D. Kelly, Early Christian Doctrines, 60-64).
considerar la persona humana implicada en ese proceso como un mero En cierto sentido, sin embargo, y quizá inconscientemente, lo cual
canal. Filón desarrolló fundamentalmente esta misma idea al aplicar la resulta tanto más significativo, los antiguos escritores cristianos se mues-
noción griega y especialmente platónica de inspiración a los libros sagra ii ¡m unánimes al considerar las personalidades que aparecen en el origen
dos. Propuso lo que podríamos llamar una teoría mántica de la inspira de los libros bíblicos como autores típicamente humanos. Al referirse
ción escriturística. Según Filón, el factor humano (el profeta, en su ter ii la Biblia (y hasta que se sintió la necesidad de una terminología ade
minología) es poseído por Dios, pierde la conciencia de sí mismo y se cuada para distinguir la actividad divina de la humana), los antiguos es
somete al espíritu divino, que de esta manera actúa sirviéndose de las critores eclesiásticos empleaban espontáneamente la terminología habi
facultades comunicativas de la persona. Esta teoría de la inspiración ex tual para designar a los autores literarios humanos: suggrapheus, en
tática queda modificada en Filón al añadírsele la doctrina del profeta- Kfiego, y auctor, en latín. La elección de estos términos vendría a indicar
que, en su sentir, los escritores sagrados merecían ser considerados ple
intérprete, en que la personalidad humana permanece más activa y dueña
namente como autores humanos de una obra literaria.
de sí misma. Sin embargo, la teoría mántica y extática es la que sobre
sale en sus escritos y también la que tendría un influjo más hondo 25 Durante la Edad Media, la reflexión teológica sobre el factor
(H. A. Wolfson, Philo [Cambridge, Mass., 1947], 2, 24-45). humano se limitó a seguir las líneas del pensamiento anterior acerca del
23 C) Concepción cristiana. No faltaron entre los cristianos algunos lema. Se insistió tanto en el origen divino de los libros sagrados, que
apenas se prestó atención a la actividad del factor humano, excepto para
partidarios de la teoría de Filón; Atenágoras, el antiguo apologeta cris
rechazar, de acuerdo con la tradición antigua, cualquier idea emparentada
tiano, adoptó la teoría mántica o extática, señalando que los profetas,
con la teoría mántica de la inspiración (Tomás de Aquino, De verit.,
cuando eran impulsados por el Espíritu, perdían el uso de la razón, y
q. 12, 2.9). Enrique de Gante negaba que los autores humanos de la
el Espíritu se servía de ellos como el flautista de su instrumento (Leg.,
Kscritura pudieran ser considerados meros canales u órganos a través de
9). Los montañistas sostenían una teoría mántica parecida; de hecho,
los cuales se transmitieron a la humanidad las palabras del divino enten
pretendían experimentar la posesión divina y sentirse inconscientes cuan
dimiento; por el contrario, los escritores sagrados debían considerarse
do profetizaban. Después de su conversión al montañismo, Tertuliano
mi lores verdaderos, aunque secundarios, de los libros de la Escritura
(Ady. Marc, 4.22; 5.8) adoptó y defendió esta misma teología de la
(Summa, a. 9, q. 2, resp.).
inspiración mántica.
26 Esta visión, sin embargo, no sería desarrollada ni recibiría el
24 Pero las corrientes más importantes del primitivo pensamiento
puesto que le corresponde en una teoría de la inspiración hasta el si-
cristiano rechazaron siempre la idea de una inspiración mántica en rela
nlo XIX, y especialmente hasta el SIGLO XX. Una serie de factores (los
ción con los libros de la Escritura. Hipólito (De Christ. et antichr., 2)
estudios lingüísticos de la Biblia y de las literaturas e idiomas con ella
insiste en que la intervención de la Palabra potenciaba la visión y el en
emparentados, un conocimiento cada vez mayor del trasfondo cultural
tendimiento de los profetas. Orígenes (Contra Celsum, 73-4) adopta la en que se desarrolló la Biblia, la determinación de evidentes préstamos
misma posición: rechaza cualquier paridad entre la inspiración de la literarios en diferentes partes de la Biblia y el descubrimiento de suce-
Escritura y la inspiración mántica pagana y sostiene que bajo la fuerza ttivas redacciones de muchos de sus libros) tendía a demostrar que la
de la inspiración los autores no pierden su libre albedrío, sino que captan literatura bíblica tuvo una historia auténticamente humana, que fueron
con mayor claridad la verdad divina. Esta es también la postura básica mentes humanas las que dieron forma a los libros bíblicos y que las
de Epifanio (Haer., 48.1-10). personalidades humanas que trabajaron en ellos hicieron exactamente lo
Más aún: en algunos casos, los autores antiguos superan esta posi mismo que cualquier autor humano habría hecho al escribir un libro en
ción y citan indicios de creatividad personal por parte de los autores cualquier otra cultura. Partiendo de todo ello, en el pensamiento cató-
Description:York, 1960); C. C. Torrey, The Apocryphal Literature (New Haven, 1945);. B. F. Westcott, The Bible in the Apocrypha (Nueva York, 1957); J. T. Milik, Diez años de descubrimientos en el desierto de ]udá valoración de estos manuscritos reduce el número real de diferencias entre las escuelas de